Con tiempo todavía para darme otra vuelta vespertina, me subo al castillo en plena siesta. Vistas excepcionales y bajada por el camino empedrado al pueblo.
Ahora quiero investigar el camino hacia Tavernes por las huertas y aunque me equivoco varias veces, veo zonas no turísticas de playas vírgenes.
Por la vieja carretera y con un ritmo fuerte llego a Tavernes de la Valldigna. Ya sólo queda la vuelta y entregar la bici, al menos me he quitado el mono del pedaleo.